Caballero Jorge: el alias que utilizó Lutero

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… después de que su príncipe lo escondiera para proteger su vida.

LUTERO HABÍA SIDO LLAMADO POR EL SACRO EMPERADOR ROMANO, Carlos V, y los príncipes alemanes a la dieta (reunión) de la nación alemana, que debía ser llevada a cabo en la ciudad de Worms. El propio príncipe de Lutero, Federico el Sabio, se encontraba entre la nobleza asistente. Lutero llegó bajo la garantía de un salvoconducto del emperador el 6 de abril de 1521. No fue llamado a debatir, sino simplemente a retractarse de sus escritos.

“A menos que sea convencido por la Escritura y la razón evidente, no acepto la autoridad de papas y concilios, porque ellos se han contradicho entre sí. Mi conciencia está a cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada porque ir en contra de la conciencia no es bueno ni saludable. Aquí estoy; no puedo hacer otra cosa. Que Dios me ayude. Amén.” Con estas palabras, Lutero corrió el riesgo de ser acusado de hereje y por lo tanto un forajido cuya cabeza tendría precio.

Carlos V no perdió tiempo en condenar a Lutero. Fiel a su palabra, sin embargo, Carlos le garantizó a Lutero el salvoconducto para regresar a Wittenberg. Tenía 21 días para regresar a su hogar. Mientras él y dos de sus compañeros viajaban, de repente fueron abordados por varios jinetes armados. Arrastraron a Lutero del carro y lo llevaron lejos de sus amigos que observaban con horror, con la certeza de que nunca volverían a ver a Lutero con vida de nuevo.

Esta elaborada trama, con la bendición de Federico el Sabio, fue para “secuestrar” a Lutero y hacer que fuera llevado a salvo de los que podrían estar preparando su muerte. Federico no sabía nada sobre los detalles, sólo que Lutero había sido puesto a salvo. Esto le permitiría negar con sinceridad si el emperador le llegaba a preguntar sobre el paradero de Lutero. Lutero fue llevado al castillo de Wartburgo en la oscuridad de la noche. Le creció el cabello y la barba, cambió su túnica de monje por el atuendo de un caballero y vivió bajo el pseudónimo de Caballero Jorge. Prácticamente no vio a nadie, salvo algunas pocas almas de confianza que asistían sus necesidades.

Lutero como el Caballero Jorge

Lutero como el Caballero Jorge

Se quejaba de la depresión, la soledad y el aburrimiento. No estaba acostumbrado a la comida deliciosa que servían allí y no se sentía bien con eso. Fue el trabajo lo que se transformó en su liberación. Durante su exilio de diez meses produjo lo que para algunos sería una vida de trabajo. Tradujo el Nuevo Testamento del griego al alemán. Este trabajo por sí solo ayudó a la codificación del idioma alemán, y puso las Escrituras directamente en manos de los laicos. Fue un trabajo a un ritmo febril y logró esa hazaña en 11 semanas. Ente sus muchos libros escritos durante este tiempo se encuentran un comentario sobre el Salmo 68 en alemán, un devocional para los laicos y un comentario sobre el Magníficat.

Durante la ausencia de Lutero, muchos hombres – incluyendo Andreas Carlstadt, un profesor en Wittenberg – arrojaron el orden por la borda y la iglesia quedó en un estado de bastante caos. Los altares fueron destruidos y las imágenes de santos fueron hechas trizas. Nada que apuntara al catolicismo fue dejado intacto, incluyendo cómo se celebraba la Santa Cena. Lutero entonces arrojó su ropa de caballero y el 9 de marzo regresó al púlpito en Wittenberg. La paz regresó inmediatamente a la ciudad tumultuosa tras una semana de sermones sobre la importancia de enseñar antes de hacer cualquier cambio: Ley y Evangelio y el fortalecimiento del miembro más débil del cuerpo de Cristo. Por todo el escándalo que habían causado sus 95 Tesis, nadie podía negar que sus palabras pudiesen ser igualmente tranquilizadoras y sanadoras.

El exilio de Lutero había terminado. El Edicto de Worms, que lo había declarado como hereje, lo perseguiría el resto de su vida, pero Alemania no iba a permitir que un emperador extranjero decidiera el destino del padre de la Reforma.

Fuente: lutheranreformation.org

Traducción: Ana Laura Schuckmann, Buenos Aires, Argentina.