¿Sabía usted que…
…Lutero entendió el Evangelio estudiando la Epístola de Pablo a los Romanos?
El humanismo tuvo gran influencia en la Reforma. Una de sus propuestas era volver a la fuente (ad fontes), es decir, que las Escrituras vuelvan a ser la única norma de fe y de vida espiritual para el hombre. La influencia del movimiento entusiasta también llevó al estudio de las lenguas antiguas, especialmente el griego, además del estudio de los padres de la iglesia y la teología escolástica.
Las creencias populares, propias de la época, llenaba a los cristianos mismos de incertidumbre y dudas. Había un sentimiento de temor a las cosas últimas: pensamiento de muerte, incertezas por el purgatorio y el juicio final, los que engendraban una preocupación por la salvación personal.
Este estado espiritual de duda tenía su origen en las enseñanzas de la iglesia romana, pues se predicaba que el destino eterno de una persona seria determinado por obras meritorias humanas. Las mentes vivían en una nebulosa: ¿he realizado obras que agradan a Dios? ¿Hice las obras suficientes para recibir el favor de Dios? Esto también sucedió en la vida del propio Lutero, incluso influenció para que Lutero ingrese al monasterio. Él esperaba que la vida monástica fuera el camino más seguro para la salvación de su alma. Pero, no obstante Lutero no alcanza la paz para su alma.
Entre los años 1513 y 1514 Lutero dicta conferencias sobre los Salmos en la Universidad de Witenberg. Los dos años siguientes se dedicó a la Epístola a los Romanos y, en 1517 y 1518 realizó una serie de conferencias sobre la Carta a los Gálatas. Sin embargo, cuando Lutero se dedicó a las conferencias sobre Romanos fue que encontró la clave del Evangelio, esto es Cristo. Así comprendió que la salvación no se fundamentaba en lo que hace el hombre, sino en la plena confianza en lo que Dios da al hombre, el perdón gratuito de Cristo.
Este descubrimiento fue algo extraordinario, tal como Lutero dice en el “Prefacio de los Escritos Latinos”: Yo odiaba la frase “justicia de Dios”, porque… Dios es justo y castiga a los pecadores y a los injustos. Entonces Dios tuvo misericordia de mí. Día y noche yo estaba meditando para comprender la conexión de las palabras, es decir: “La justicia de Dios se revela en él, como está escrito: el justo vive por la fe”. Ahí empecé a entender la justicia de Dios como una justicia por la cual el justo vive como por un don de Dios, a saber, por la fe. Noté que esto tenía el siguiente sentido: por el Evangelio se revela la justicia de Dios, la justicia “pasiva”, mediante la cual Dios misericordioso nos justifica por la le, como está escrito: “El justo vive por la fe”. Ahora me sentí totalmente renacido. Las puertas se habían abierto y yo había entrado en el paraíso. De inmediato toda la Escritura tomó otro aspecto para mí (Obras de Lutero, Tomo I, p. 337).
La Carta de Pablo a los Romanos iluminó a Lutero por partida doble: primero, suplió sus dudas espirituales, trayendo paz a su alma al descubrir que la salvación es un don de Dios, es decir, hasta entonces él buscaba merecer la salvación; ahora la salvación le era concedida gratuitamente por la fe en Cristo, pues el justo por la fe vivirá. Segundo, también representó para Lutero una nueva comprensión de las Escrituras a la luz de Cristo. Esta clave hermenéutica llevó a Lutero a reinterpretar los Salmos de sus conferencias dadas durante los años anteriores.
Colaboración: Pastor Enio Sieves
Nota publicada en «El Nuevo Luterano», Octubre de 2015
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