Confesión de Augsburgo

Compartir:

INTRODUCCION HISTORICA

La versión castellana de la Confesión de Augsburgo que ofrecemos aquí es traducción del original alemán. Está destinada al público en general que desee leer en español este documento de verdadera relevancia histórica.

La traducción estuvo a cargo del Profesor Roberto Hoeferkamp, del Centro Augsburgo de México.

La confección y la presentación de la Confesión de Augsburgo constituyeron el punto culminante del movimiento reformista de la iglesia occidental durante la década de 1520 a 1530.

En 1521 Martín Lutero y sus seguidores fueron puestos bajo el interdicto imperial a consecuencia de la acción de la dieta de Worms. Sin embargo, no fue posible hacer cumplir el decreto de Worms, ya que el emperador Carlos V estuvo ocupado en guerrear contra Francia e Italia y en los preparativos para hacer frente a la amenaza de los turcos.

Entretanto, los príncipes y algunas ciudades de Alemania se habían declarado a favor de una u otra parte. En general, el sur permaneció fiel a Roma. En 1524 un legado papal, Lorenzo Campegio, logró la formación de una liga de los príncipes católicos de la región. El norte se inclinaba hacia Lutero. Los príncipes de Brandenburgo, Nüremberg y Mansfeld simpatizaban con él. Ciudad tras ciudad, inclusive algunas del sur, se declararon a favor del reformador, entre ellas Magdeburgo, Augsburgo, Estrasburgo, Nüremberg y Ulm.

Cuando se reunió la dieta en Espira, el 25 de junio de 1526, a pesar de la exigencia del emperador de que el edicto de Worms fuese cumplido, la dieta decretó que, “pendiente un concilio o asamblea nacional”, cada uno de los príncipes “viviese, gobernase y se portase en la forma el que espera y confía dar cuenta a Dios y a su majestad imperial”. Esto fue interpretado en el sentido de dar a los príncipes y a ciudades luteranas la autoridad de regular sus asuntos religiosos como les pareciera. Cuando apartir del 21 de febrero de 1529 la dieta se reunió de nuevo en Espira, dominada por una mayoría católica romana, se ordenó que no se hiciese ningún cambio más en la religión, que en los territorios católicos romanos no se diese libertad de culto a los luteranos, pero que en los territorios luteranos se decretase la tolerancia a los católicos romanos. Los luteranos de la dieta presentaron una protesta formal (19 al 25 de abril), dándose origen al término “protestante” que se aplicó a los que disentían de la opinión de la iglesia romana. Uno de los resultados de la segunda dieta de Espira fue la tentativa de formar una federación política entre los luteranos, los alemanes del sur y los suizos. Los individuos que tuvieron más interés en esta federación fueron el langrave Felipe de Hesse y Jacobo Sturm de Estrasburgo. Sin embargo, Lutero y su colaborador, Felipe Melanchton, se opusieron a la propuesta de una federación política que no tuviese como base la unión de la profesión de la fe en común. Durante una reunión en Saalfed, el 8 de julio el margrave Jorge de Brandenburgo-Ansbach pidió como condición para cualquiera federación la adopción de una confesión y orden eclesiástico comunes y otros arreglos prácticos. De acuerdo con esta petición, el lector Juan de Sajonia ordenó que Lutero, Melanchton y tal vez algunos otros teólogos preparasen unos artículos doctrinales. El documento preparado entre el 26 de julio y el 14 de septiembre contenía diecisiete artículos, que exponían la posición distintiva de Lutero, especialmente en cuanto a la cena del Señor. Los antecedentes doctrinales de estos artículos se hallan tanto en la confesión que Lutero añadió a su escrito Confesión acerca de la Santa Cena de Cristo del año 1528, como en la Instrucción para los Visitadores que fue elaborada con motivo de las visitaciones eclesiásticas realizadas en Sajonia durante el mismo año.

También con miras a establecer la federación política entre los luteranos y los suizos, el langrave Felipe de Hesse propuso una reunión entre Lutero y Ulrico Zwinglio, el jefe de la reforma suiza. Aunque Lutero se opuso al principio a tal reunión, al fin dio su consentimiento.

Durante los días 1 al 4 de octubre de 1529 se encontraron frente a frente Lutero y Melanchton con Zwinglio y Ecolampadio en el castillo del langrave Felipe de Hesse en Marburgo. En el transcurso de estos días se hizo más y más evidente la imposibilidad de un acuerdo, sobre todo referente a la cena del Señor. Sin embargo, Felipe no desesperaba de poder formar una liga defensiva y persuadió a los dos partidos a redactar una declaración de quince artículos. En catorce de éstos estuvieron de acuerdo las dos partes. El decimoquinto tenía que ver con la santa cena, y aún en éste hubo acuerdo en todos los puntos, menos en el que trata de la naturaleza del a presencia de Cristo en el sacramento. Sin embargo, todos firmaron con la estipulación de que “cada cual mostraría amor cristiano hacia el otro hasta donde la conciencia de cada uno lo permitiera”. A estos quince artículos, por el lugar en que se formularon, se los denominó “los Artículos de Marburgo”. Aproximadamente quince días después de la reunión de Marburgo, varios príncipes se reunieron en la ciudad bávara de Schwabach con el fin de llevar a cabo la anhelada federación protestante. Los artículos escritos por Lutero y Melanchton, con la cooperación de otros teólogos en el verano de 1529, a los que acabamos de referirnos, fueron presentados como la base doctrinal o confesional de la federación. Por ser presentados en este lugar, los diecisiete artículos recibieron el nombre de “los Artículos de Schwabach”. En ellos se registra la primera tentativa de crear una confesión común del protestantismo alemán, en base de la cual se procuró establecer un acuerdo político entre Sajonia y Brandenburgo, por una parte, y las ciudades de Alemania, por otra. Los del sur, que estaban bajo la influencia de Zwinglio, insistieron en una modificación de la doctrina del sacramento de altar, y los del norte rehusaron rotundamente la sugestión. Por tanto, los Artículos de Schwabach sirvieron únicamente como base de unión entre el elector Juan el Constante de Sajonia, el margrave Jorge de Branderburgo-Ansbach y los representantes de la ciudad meridional de Nüremberg. A principios de 1530 el emperador mismo tomó cartas en el asunto político-religioso. Carlos ya había derrotado tanto al rey de Francia como a las fuerzas militares aliadas con el papa. Las tropas imperiales de España y Alemania habían saqueado a Roma. Sin embargo, Carlos se había reconciliado con el papa y estaba a punto de ser coronado por éste. Sintiéndose ya lo suficientemente fuerte como para encarar los problemas de Alemania, el día 21 de enero Carlos convocó una dieta que se reuniría en Augsburgo dentro de pocos meses. La convocatoria mencionaba los dos propósitos de la dieta: Borrar las diferencias religiosas, y conjurar el problema del turco. El emperador prometió escuchar a todas las representaciones. Esto exigía de los protestantes una declaración de sus creencias y de sus críticas a las antiguas prácticas religiosas. Según la convocatoria, el fin deseado de las negociaciones de la dieta sería el que “todos adoptemos y retengamos una sola religión verdadera y que todos vivamos en una sola comunión, iglesia y unidad, tal como todos vivimos y guerreamos bajo un solo Cristo”. Cuando la convocatoria llegó a manos del elector Juan de Sajonia, el 11 de marzo, éste comisionó inmediatamente a sus cuatro teólogos más distinguidos: Martín Lutero, Felipe Melanchton, Justo Jonas y Juan Bugenhagen para preparar un documento que explicara la posición doctrinal y las peticiones de la iglesia de Sajonia. El documento finalmente constaba de diez artículos y fue designado con el nombre de “los Artículos de Torgau”, porque fueron presentados al elector en la ciudad sajona de Torgau, el 27 de marzo. Estos artículos tratan principalmente de los abusos relacionados con la práctica eclesiástica que habían sido corregidos en la iglesia de Sajonia, ya que se consideraba que los Artículos de Schwabach, que trataban de la doctrina afirmativa de los sajones, podrían ser utilizados para exponer al emperador tal doctrina. La comitiva sajona, que constaba de teólogos y asesores jurídicos y que era encabezada por el elector Juan el Constante, salió de Wittemberg y Torgau a principios de abril rumbo a la ciudad bávara de Augsburgo. La comitiva se detuvo largo rato en el castillo de Coburgo, ubicado en la frontera entre Sajonia y Baviera. Fue necesario que Lutero permaneciera en Coburgo, por estar todavía bajo el interdicto imperial y por no haber podido obtener salvoconducto. Ya que debido a ello Lutero no pudo tomar parte activa en las negociaciones realizadas en Augsburgo, se le dio a Felipe Melanchton el encargo de escribir la apología (como al principio se la llamaba) de los sajones. Sin embargo, hubo contacto casi continuo con Lutero durante los cinco meses de la permanencia de los sajones en Augsburgo. Existen más o menos setenta cartas dirigidas por Lutero a la ciudad de Augsburgo durante ese período, treinta y dos de ellas a Melanchton. Sabemos de treinta y nueve cartas escritas desde Augsburgo por Melanchton a Lutero.

Cuando la comitiva sajona llegó a Augsburgo el 2 de mayo, se topó con un acontecimiento inesperado. El Dr. Juan Eck, teólogo y apologista romano, había hecho publicar y circular en Augsburgo 404 artículos o tesis contra los luteranos. En estos artículos Eck había coleccionado muchas citas de las obras de Lutero, Melanchton, Zwinglio y otros, sacándolas de sus contextos. Mediante estas citas Eck se propuso mostrar que había poca diferencia entre las enseñanzas de los luteranos y la de los anabaptistas y que todas ellas no eran sino un recrudecimiento de herejías ya condenadas por los concilios de la iglesia. En el prefacio de su documento Eck incitó a Carlos a defender la fe ortodoxa y a proceder con energía contra los nuevos herejes. Melanchton obtuvo un ejemplar de este documento e inmediatamente se dio cuenta del efecto mortífero que ejercía contra la causa luterana. Se hizo muy evidente la necesidad de que los sajones preparasen y presentasen otro tipo de documento en el que se hiciera resaltar la relación del movimiento encabezado por Lutero con la fe ortodoxa de la iglesia antigua y en el que se señalaran enfáticamente las diferencias entre los luteranos, por un lado, y los anabaptistas y zwinglianos, por el otro. Solo de esta manera se podía contrarrestar el efecto de los artículos de Eck.

Melanchton se puso a trabajar afanosamente para poder tener listo algo adecuado en un plazo perentorio. Para el 11 de mayo ya había terminado un borrador de su manuscrito que remitió a Lutero en Coburgo. En la carta adjunta al manuscrito Melanchton escribió: “Nuestra ‘apología’ ha sido enviada a ti, aunque es más bien una confesión; porque el emperador no dispondrá del tiempo para escuchar largas discusiones. Sin embargo, he dicho aquellas cosas que consideré especialmente provechosas y apropiadas. Con este propósito he incluido más o menos todos los artículos de la fe, porque Eck ha publicado las calumnias más diabólicas contra nosotros. Contra ellas quise yo proporcionar un remedio. Juzga en cuanto a todo lo escrito, conforme a tu espíritu”. Este documento constaba de un prefacio, una sección de “artículos sobre la fe y doctrina”, una sección de “artículos sobre los cuales hay división, en los cuales se enumeran los abusos que han sido modificados”, y una conclusión. Para la primera sección se utilizaron los Artículos de Schwabach, que recalcaban las diferencias entre los luteranos y los partidarios de Zwinglio, los “sacramentarios” y los anabaptistas, en lugar de los Artículos de Marburgo, que más bien subrayaban semejanzas y concordancias. Como base de la segunda sección se echó mano de los Artículos de Torgau. Este documento posteriormente se perdió, y por lo tanto no sabemos si Lutero hizo cambios o no. No obstante, tenemos la carta que Lutero escribió el 15 de mayo, al devolver el manuscrito a Melanchton en Augsburgo,. Un párrafo de la carta reza así: “He leído la apología del maestro Felipe. Me agrada y no sé qué mejorar o cambiar en ella; ni sería correcto hacerlo, porque no puedo pisar tan gentil y suavemente. Cristo nuestro Señor conceda que lleve mucho fruto; así esperamos y oramos. Amén”. El borrador más antiguo de la confesión que conocemos lleva fecha del 31 de mayo. Este se envió a Nuremberg con el siguiente comentario: “Todavía faltan un artículo o dos al final, y también una conclusión, en la composición de los cuales los teólogos están trabajando”. El texto de este borrador difiere en algunos puntos del borrador que había visto Lutero, pero contiene las mismas partes. Entre el 31 de mayo y el 15 de junio se hizo una tercera formulación de la confesión. Durante ese período se decidió que la confesión fuera presentada no sólo por los sajones, sino que constituyera la confesión de fe en común de todos los territorios y ciudades alemanas que habían acogido la reforma de Wittenberg, Aparentemente se tomó esta decisión con el fin de presentar mayor solidaridad ante el emperador, quien había llegado a Augburgo el 7 de junio y por diversas acciones mostraba que en lo personal no estaba bien dispuesto hacia los adherentes de la reforma. Los artículos XX y XXI ya aparecen en el borrador del 15 de junio, el cual constituye el eslabón entre el borrador del 31 de mayo y el documento final que se presentó y se leyó ante el emperador.

Al langreve Felipe de Hesse se le persuadió durante el transcurso de junio que sería imposible presentar una confesión de fe común que abarcara tanto a los suizos como a las ciudades alemanas meridionales (Estrasburgo, Constanza, Memmingen y Lindeau) que eran partidarias de Zwinglio. Felipe accedió a firmar la confesión, pero él influyó en la formulación del último borrador. Por ejemplo, logró convencer a los demás que el prefacio escrito por Melanchton, que apelaba solamente al juicio del emperador, estaba fuera de lugar. Por consiguiente, el canciller sajón Jorge Brueck compuso un nuevo prefacio, en el cual hizo referencia a las decisiones de otras dietas y así colocó la confesión dentro de un marco legal. También se redactó de nuevo la conclusión. Hasta el 23 de junio continuó haciéndose toda clase de cambios estilísticos en el texto de la confesión. Los que firmaron fueron el elector Juan, duque de Sajonia; el margrave Jorge de Brandenburgo; el duque Ernesto de Luneburgo; el langrave Felipe de Hesse, Juan Federico, duque de Sajonia; Francisco, duque de Luneburgo; el príncipe Wolfgang de Anhalt, y las ciudades de Nuremberg y Reutlingen.

Cuando llegó la tarde del día 24 de junio, los firmantes estaban preparados. El canciller Brueck tenía la versión latina, que todavía estaba escrita con el puño y letra de Melanchton, por haber faltado el tiempo para copiarla. El Dr. Cristián Beyer, colega del Dr. Brueck, tenía en su posición la versión alemana. Pero por lo visto el emperador y Fernando, su hermano, trataron de posponer la lectura pública del documento para evitar que se leyera en su totalidad. Ya muy tarde, después de la discusión del problema de los turcos, se concedió la palabra al canciller Brueck. El emperador sugirió que se le entregara el documento sin ser leído. Pero el canciller recordó a Carlos que el permiso de la lectura pública ya se había concedido y pidió que esa lectura se hiciera en alemán. Ni Carlos ni Fernando quisieron permitir que se leyera en alemán, haciendo otro esfuerzo porque la confesión no fuera conocida por el pueblo. El elector Juan hizo mención de que, puesto que la dieta se había reunido en tierra alemana, sería muy conveniente dar lectura al documento en el idioma del país. Carlos vio que no le quedaba otra salida y anunció la lectura pública en alemán para el día siguiente a las tres horas de la tarde. Pero el emperador cambió el lugar de la sesión de la amplia sala conciliar, normalmente usada, a la sala capitular del palacio del obispo (la residencia de Carlos), que no admitía a más de doscientas personas.

Lectura de la Confesión de Augsburgo

Cristian Beyer lee la Confesión de Augsburgo frente al emperador

En la tarde del 25 de junio el Dr. Cristián Beyer dio lectura al ejemplar alemán de la confesión de un modo tan fuerte y claro que la oyeron, no sólo las personas que estaban dentro de la sala, sino también las que se encontraban fuera en el atrio grande. La lectura duró aproximadamente dos horas. Al concluir la lectura, se hizo entrega de los dos ejemplares, el alemán y el latino, al emperador. Desde entonces no se ha sabido más del ejemplar alemán. Según una tradición que es probablemente correcta, el ejemplar latino fue depositado en los archivos de Bruselas. Pero en 1569, el emperador Felipe II dio instrucciones al duque de Alba de traer el documento a España, “para que se hunda para siempre tan malvada obra”. Debe tomarse nota del hecho de que otras dos confesiones protestantes fueron presentadas ante la dieta de Augsburgo: la “Tetrapolitana” de las cuatro ciudades meridionales de Alemania, escrita por Martín Bucero; y la “Fidei Ratio” (Razón de la Fe) de Zwinglio. Para justipreciar la índole de la Confesión de Augsburgo y sus efectos históricos, es necesario llamar la atención sobre el hecho de que ella es a la confesión de la fe fundamental de todas las ramas de la iglesia evangélica luterana esparcidas a través del mundo. En algunos países el nombre oficial de la iglesia luterana es “la iglesia de la Confesión de Augsburgo”. La confesión es verdaderamente católica porque confiesa los dogmas de la antigua iglesia católica. A la vez es genuinamente evangélica, por cuanto la enseñanza paulina de la justificación por la gracia y por la fe es el centro de la confesión e ilumina todas las doctrinas expuestas en ella. Puesto que los originales se han perdido, los textos de la confesión tienen que ser reconstruidos de los veinticuatro borradores y manuscritos (no ejemplares impresos posteriormente) que hasta la fecha se han descubierto. Los textos alemán y latino en que se basan las traducciones que aparecen en este libro son los que se han reconstruido y publicado en Die Bekenntnisschriften der evangelisch-lutherischen Kirche (4ta edición, Gotinga, 1959).

El texto latino de la confesión no es traducción del texto alemán; tampoco representa el texto alemán una traducción del texto latino. Los dos fueron compuestos independientemente, uno junto al otro. Ya que los dos textos fueron entregados al emperador, ambos han de ser considerados auténticos y autorizados.

LA CONFESION DE AUGSBURGO

  • Dios
  • El pecado heredado
  • El Hijo de Dios
  • La justificación
  • El oficio de la predicación
  • La nueva obediencia
  • La Iglesia
  • Qué es la Iglesia
  • El Bautismo
  • La Santa Cena
  • La Confesión
  • El arrepentimiento
  • El uso de los sacramentos
  • El gobierno eclesiástico
  • Los ritos Eclesiasticos
  • El estado y el gobierno Civil
  • El retorno de Cristo para el juicio
  • El libre albedrio
  • La causa del pecado
  • La Fe y las buenas obras
  • El culto de los Santos
  • Las dos especies en el Sacramento
  • El matrimonio de los Sacerdotes
  • La misa
  • La confesión
  • La distinción de las comidas
  • Los votos monásticos
  • La potestad de los obispos
  • Conclusión

Páginas: 1 2 3 4 5 6