¿Sabía usted que…
…la historia de la reforma luterana empieza el 10 de noviembre de 1483 con el nacimiento de Martín Lutero en la ciudad de Eisleben en Alemania? De familia humilde, vivió su infancia en Mansfel donde su padre Hans trabajaba como minero. Aunque estaba gran parte del tiempo bajo la responsabilidad de su madre Margaret, el niño Martín fue educado al estilo de aquellos tiempos, con bastante severidad.
La ambición de su padre era que Martín fuera abogado, así que empezó su escolaridad en Mansfel y, cuando cumplió 11 años, su padre lo envió a Magdeburgo donde había un famoso colegio. El año siguiente se trasladó a Eisenach, con el consentimiento de sus padres, quedando al cuidado de la familia de Conrado Cotta. De esta manera Dios empezó a preparar el espíritu del joven Martín Lutero para la gran obra a la que estaba destinado.
En el año 1501 los padres de Martín lo enviaron a la universidad de Erfurt y le costearon su carrera a duras penas. Fue en esta universidad que tuvo por primera vez en sus manos un ejemplar de la Biblia latina. En 1502 obtuvo la licenciatura en Artes, lo que lo habilitaba para el curso de teología, medicina y derecho, dando inicio a sus estudios en derecho para seguir el deseo de su padre.
Sin embargo, Dios tenía otros planes para el joven Martín Lutero. Una noche, cuando Lutero caminaba de Mansfield hacia Erfurt, fue sorprendido por una tormenta y un rayo lo derrumbó al suelo. Con mucho miedo prometió que si llegaba a destino a salvo se haría monje. Así, días después, el 17 de julio de 1505 llamaba a la puerta del monasterio de los agustinos en Erfurt, a cargo de Juan Staupitz, para cumplir con su promesa. Finalmente en 1507 Martín Lutero sería ordenado sacerdote.
El año siguiente 1508 y hasta 1512 impartió clases de filosofía y sagradas escrituras en la universidad de Wittenberg y en el año 1512 obtuvo el título de Doctor en Teología, asumiendo el cargo de profesor de interpretación bíblica en lugar de Staupitz.
La universidad de Wittenberg fue la casa donde Lutero tuvo pleno apoyo para defender las doctrinas bíblicas de la “sola gratia, sola fide, sola scriptura”. En la misma universidad conoció a Felipe Melanchton, profesor de griego, que vino a ser uno de los mejores amigos de Lutero y su mano derecha. De esta forma y en este contexto Dios iba preparando al joven Lutero para defender el Evangelio de Cristo.
Colaboración: Pastor Enio Sieves
Nota publicada en «El Nuevo Luterano», Junio de 2015
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